Estamos a lunes que no es lunes. El calendario dice que hoy empezamos el mes en martes pero después de un fin de semana de tres días os aseguro que mi cuerpo siente como si fuera un lunes, uno espeso y oscuro, uno duro agotador. El fin de semana me ha dejado muchas emociones y mucho tiempo en familia, era fiesta mayor y nos hemos ido a dormir tarde casi todos los días. Tiempo de compartir con amigos, de emociones y enfados. Tiempo de cerrar con los fuegos artificiales, sentado en pareja en el balcón y recordando que hace seis años que nos fuimos de nuestra ciudad para venir a la que nos acoge ahora. En parte me siento como en casa, en parte me siento de fuera… Pero esa es la realidad, aunque lleve seis años y en momentos todavía no me acostumbre. Pero realmente tiene tantas ventajas vivir en la ciudad donde trabajas… me permite vivir con menos estrés y conciliar como nunca pensé que podría conciliar. Así que en este punto de mi vida me alegro de poder ir al trabajo caminando, de llevar cada mañana a mi peque al cole y de volver rápido a casa para estar con ella.
Hoy comienza el mes de octubre y nos quedan solo 3 meses para terminar el año (tal y como está planteado en la sociedad en la que vivo). Parece un buen momento para ir pensando en el Samhain y en el cierre del año pagano. Quizá tiene más sentido el plantearse la revisión de cómo ha ido el año y plantearse nuevos propósitos en esta fecha en lugar del 31 de diciembre. Se nota que los días se hacen más cortos y se nota que cada vez hace menos calor. Vienen épocas oscuras, de estar en familia y de recogerse para reflexionar. Os animo a eso.
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