Comienza la semana después de un fin de semana de removida emocional. El sábado volví a ir a casa de mis padres a llevarme cosas mías que todavía tengo allí (y no, no he terminado aún). Esta vez, además de algunos libros, me llevé toda la correspondencia que mantuve con diferentes personas durante años entre finales de los noventa y principios de los dos mil. Personas que para mí fueron de una importancia central y que marcaron mi adolescencia y juventud. Este fin de semana he dedicado un par de ratos extensos a revisar la mayoría de las carta y a prepararme para su destrucción. He releído algunas cosas y comprobado la profundidad de alguna de estas relaciones. Para mí el golpe más duro y lo que más me ha impactado ha sido darme cuenta de que no mantengo el contacto con ninguna de las personas con las que me escribía. A pesar de la intimidad que podía encontrar en ellas y de la importancia que tenían en mi vida. Este hecho me ha dejado bastante trastornado estos días y todavía hoy siento un malestar al pensar en todo ello. Al volver a recordar los nombres y apellidos de estas personas las he buscado y he dado con ellas. Ahora me planteo si tiene sentido retomar el contacto y saber sobre cómo les está yendo la vida. Todavía no he dado ese paso y no tengo claro si lo daré en algún momento pero lo que sí que sé es que me gustaría poder volver a recuperar ciertos aspectos de cómo era yo por aquel entonces. Supongo que a todas las personas nos pasa con el paso del tiempo pero me da la impresión de que he perdido cosas importantes en el camino, de que antes era más reflexivo, más autónomo y más alternativo. Me da que pensar sobre que con los años me he atontado y me he metido demasiado bien en el papel que se supone que tenemos que tener las personas adultas. No sé si estaré teniendo la crisis de los cuarenta antes de tiempo o si es simple nostalgia porque el pasado suele parecernos mejor, pero lo que sí creo es que esta reflexión me ha llegado en el momento oportuno para que me pare y recupere aquello que antes me hacía vibrar y me daba fuerza y personalidad. Soy mucho más de lo que era y mucho más de lo que he llegado a ser.
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