Hoy es un día gris, no importa que el sol aparezca y desaparezca en el cielo. El viernes me sobrevenía, mientras estaba en el extranjero, la noticia de la muerte de un compañero de trabajo con el que estuve compartiendo esfuerzos durante varios años. Ha sido una muerte inesperada, sin avisar. Durante el viaje me tuve que sobreponer como pude disociándome y no pensando demasiado. Pero hoy al volver al trabajo el reencuentro con esa realidad ha sido bastante duro. Siempre que se muere alguien cercano nos golpea y nos zarandea el pensamiento de que todo es efímero, todo tiene un fin y nuestro paso por esta tierra es limitado. Da igual lo que consigamos, da igual lo que tengamos, nuestro momento llegará. He pensado muchas cosas desde el viernes que me enteré de la noticia y todavía estaré unos días más dándole vueltas al tema y siendo un poquito más consciente de la poca importancia que tiene nada más que no sea disfrutar de los momentos con nuestros seres queridos. Quién sabe si quizá sea lo único que nos podamos llevar aunque quizá ni siquiera eso. En fin, resuena el Memento mori i el Omnia vanitas. Estamos aquí de paso y nunca debemos olvidarlo para que no nos atrape el piloto automático.
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